≫ 11,4 sueños luz, cyberpunk y un París decadente

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Esta va a ser difícil de analizar. Lo digo muy en serio porque 11,4 sueños luz es una novela de ciencia ficción diferente. No para bien, no para mal. Sencillamente es distinta. No tiene un etiqueta única para asignarle pues aunque es ciencia ficción coquetea con otros géneros que gustan a los lectores de ciencia ficción. Es el producto de alguien que quería volcar muchas de sus inquietudes literarias en un solo volumen y ha dado, como resultado, con una novela que mezcla ciberpunk, novela negra, fantasía y space opera. Me satisface el resultado.

Es mucho lo que concentra 11,4 sueños luz entre sus páginas y puede pillar desprevenido a cualquiera que no esté muy atento a la lectura. Así que recomiendo leerla sin demasiadas prisas. Un poco hoy, otro poco mañana, y así descubrimos que futuro se ha imaginado el autor.

¿De qué demonios va 11,4 sueños luz?

11,4 sueños luz

Es la historia de Ariel de Santos, nombre artístico de un emigrante norteafricano con un innegable don para la creación de sueños vívidos, unos recuerdos artificiales de situaciones y escenarios llevados a cabo por actores anónimos a los que el espectador coloca el rostro de sus seres queridos. Con este original trabajo, el protagonista de la historia (único punto de vista que veremos) nos va mostrando el mundo del entretenimiento de las élites sociales. Desde el deseo de comprar sensaciones a través de los sueños vívidos a querer ignorarlas a través del trank (una megadroga que hace las delicias en este libro cyberpunk). Consumidor habitual de lo segundo, Ariel de Santos es un experto en la creación de sueños vívidos.

Pese a lo funesto de su origen musulmán, ha logrado labrarse una reputación como artista y su fama le ha llevado a ganar un dinero que gasta sin control, envolviéndole en sucesivas deudas. Ahora, decide experimentar con algo más cercano a la realidad, las neurorréplicas, la capacidad de revivir las memorias de otros, cuya legalidad está todavía por determinar. Así comienza a involucrarse en satisfacer vicios cada vez más peligrosos. ¿Qué es lo que sus clientes desean experimentar? ¿Un asesinato, tal vez?

El punto de vista de un artista

¿Quién no querría tener más puntos de vista como el del poeta Martin Silenus de Hyperion? Pues en 11,4 sueños luz nos encontramos a un ¿diseñador gráfico? ¿escultor virtual? El gran atractivo de este novela son los sueños vívidos y el papel que juega en la vida del protagonista, Ariel, el maestro de los sueños vívidos. En esta novela cyberpunk vemos el futuro desde el punto de vista de alguien que hace del ocio ajeno su forma de vida; lo cual nos permite conocer muy bien a qué es a lo que se da importancia en esta sociedad. En qué se decide gastar el dinero que se gana trabajando o explotando a los demás. No tenemos a un justiciero, ni a un rebelde, ni un despiadado explotador. Tenemos a un hombre que vive según las reglas y trata de llevar su día a día lo mejor que puede.

Eso siempre es un problema, pues Ariel es un emigrante en un régimen cercano a la distopía (algo más cercano a Years and Years que a una terrorífica sociedad totalitaria). Y Ariel es alguien bajo la omnipresente amenaza de la deportación y, a la vez, una figura pública. No es de extrañar que sea objeto de chantajes y amenazas. Ariel es alguien a quien el dinero le sirve para seguir escapando; cuando lo gana. De mal en peor, siempre en problemas. Esa es la vida de este artista del futuro. Huir hacia adelante, esperando no encontrarse una barrera demasiado alta.

El trasfondo de la historia

Hay un lugar mejor, pero no aquí. En el propio prólogo se anticipa el tono que va a seguir la novela: una huida de un mundo, una forma de vivir, que tiene atrapado al protagonista. Son muchos los miedos que tiene a dejar su vida atrás porque, al fin y al cabo, le ha costado mucho salir de la mugre en la que nació y llegar a lo más alto de su carrera. Aunque, en el fondo, sabe que no podrá llegar mucho más alto.

Con esta idea latente, a Ariel se le presenta la oportunidad de entrar en un programa espacial que tiene como objeto colonizar un planeta a 11,4 años luz de distancia. Los motivos por los cuales son algo difusos, he aquí una falla en la obra. El lector puede imaginárselos pero no es algo que esté a simple vista. Esto no es un mostrar en lugar de contar (algo siempre digno de leer), sino que el lector debe suponer que Ariel quiere huir de este mundo moribundo, aunque él ni lo diga, ni lo exprese. Da la impresión de que, aunque sea lógico, es algo forzado (quiero que el personaje haga esto).

Así que, ¿qué tenemos en la novela? Tres historias interpretadas por un mismo personaje. Primero, la vida diaria de un artista de éxito, con sus trabajos y sus contratos; segundo, una historia de amor que lleva al protagonista hasta el programa espacial; y por último, los encuentros de Ariel con el lado más oscuro de la sociedad: criminales, sádicos y extorsionadores. Es un revoltijo, sí; pero el resultado es muy satisfactorio.

El worldbuilding no es original; la novela, sí

No tiremos cohetes al tuntún. La ambientación de la novela no es nada del otro mundo, una urbe superpoblada de ambientación ciberpunk. Alguna chispa muy original como el trank (la droga del futuro, que he visto algo desaprovechada) y los sueños vívidos. Pero sin explayarse en lo novedoso. Es lo que esperas encontrar. Punto. No hace alardes de originalidad en el escenario y no ha habido un esfuerzo por complicarse. No hacía falta. Con unos pocos trazos tenemos la ambientación y pasamos a la trama, que es lo que aquí más nos importa.

Sin embargo, hay que decir que esta novela resulta entretenida y si alguien pregunta si la recomienda le diré que sí. ¿Es esencial para nuestra existencia haber leído? No. Sin embargo, es original, es fresca y los fallos son perdonables. Entretiene, que es lo que debe hacer. Si quieres leerlo, aquí te dejo un enlace a Lektu. También está en audiolibro, pero la voz no es natural y recomiendo la novela en papel.

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