Hijos del Cirujano
El Cirujano (Hijos del Cirujano 1)
El creador de la inmortalidad yacía inmóvil sobre el asfalto.
Primero, inventó la inmortalidad. De la noche a la mañana, todo el que era joven se esforzaba por no aparentarlo: nadie quería ser víctima de los cazacuerpos. Después, creó los cuerpos artificiales: ya nadie tuvo que temer.
Ahora, el Cirujano ha ido más allá.
Gilberto es un espía corporativo y su objetivo es robar el secreto del reenganche corporal y los cuerpos artificiales. Sin embargo, todo se desmorona cuando es descubierto por el mismísimo Cirujano. Para sorpresa de Gilberto, no lo entrega a las autoridades ni ordena su asesinato; en su lugar, sale huyendo. ¿Por qué?
La sorpresa da paso a la intriga; la intriga, a la sospecha. La persecución dura poco. Ahora el creador de la inmortalidad yace inmóvil sobre el asfalto. Sus últimas palabras son una súplica para que no lo recuerden como un monstruo que condenó a la humanidad.
El Señor es mi pastor (Hijos del Cirujano 2)
Unos deben morir para que otros puedan vivir.
Cuando miraba hacia el futuro, la Humanidad imaginaba un tiempo de maravillas y oportunidades. El Cirujano lo arruinó todo. Esta es una época sombría donde el tiempo y el capital son los pilares de la civilización; donde las corporaciones han socavado el poder de los Estados hasta doblegarlos a su voluntad y donde la vida, tu vida, ha sido hipotecada.
La Humanidad está afectada por una enfermedad genética que pudre sus órganos desde el momento de nacer. Quien no recibe un trasplante, muere. Es un mantra que se repite sin cesar: «Unos deben morir, para que otros puedan vivir». No morir es el gran negocio, y las corporaciones lo saben. Hay ovejas esperando su hora, y señores que las pastorean hasta el matadero.
Sin embargo, los habitantes de Capital albergan esperanza, pues una nave se aproxima al planeta, y en sus bodegas se halla no sólo un potencial tratamiento para la NM, sino también Gilberto Penna, inquisidor enviado para establecer leyes más justas sobre Capital, un hombre cuya leyenda se remonta a los tiempos del mismísimo Cirujano.