Prisioneros del futuro

Continúan las aventuras de todopoderoso Chaka, Quehevi, Bárbara y el amplio abanico de secundarios. En Prisioneros del futuro el desesperado salto hiperlumínico para escapar del moribundo planeta Hades ha originado una brecha temporal que ha llevado a nuestros aventureros al futuro. Un futuro donde los treyanos están a un paso de conseguir la dominación sobre la Galaxia. Y eso no es lo peor, pues la IA conocida como Enjambre tiene sus propios planes. ¿Cómo salimos de esta angustiosa situación?


¿Dónde y cuándo está Chaka?

Prisioneros del futuro

Prisioneros del futuro continúa donde lo dejamos en Proyecto Armagedón. Jugar con el espacio-tiempo puede tener consecuencias un tanto peculiares, especialmente cuando no te lo esperas. Así que, de repente, los personajes se encuentran atrapados en un futuro que no es precisamente alentador y harán todo lo posible por escapar de él; lo cual se presenta en dos vertientes. Chaka, Bárbara y los demás se encuentran ante la disyuntiva de ayudar a ganar una guerra ya perdida para dar un giro a los acontecimientos de ese futuro o limitarse a encontrar una forma de regresar a su propia línea temporal. ¿Altruismo o supervivencia?

Este dilema está muy bien representado en Bárbara, que se lleva el protagonismo de la novela, pero hace desmerecer a otros personajes, especialmente Chaka, que, pese a notables participaciones, pierde su esencia granuja en esta novela y queda claramente apartado a un segundo plano (no lo negaré, es mi favorito).

Más acción, si eso era posible

Habrá luchas, batallas y persecuciones en abundancia. Miguel Ángel se ha pasado a la acción, algo de lo que ya dio buenos indicios en aquel combate en el Tubo durante Traición en el Gran Consejo. Ahora le ha dedicado más palabras y parece que le está cogiendo el gustillo, especialmente en lo que a combates espaciales se refiere. Tendremos unos cuantos de esos en la novela, muy visuales.

También está ese aire militar que se respira entre sus páginas, con soldados y oficiales (de estos hay unos cuantos más) intercambiando sus impresiones sobre el mejor método para ganar esta guerra desesperada. No llega al nivel de emanar testosterona, pero tiene una buena dosis de acción. Este coqueteo con la ciencia ficción militar es bien recibido y gustará al lector.

En lo que se refiere a los combates más pequeños también hay mención de honor. Gracias, sobre todo, a una clara explicación de cuáles son las posiciones de los participantes y qué están haciendo. Con buen ritmo y fluidez el autor nos obliga a leer con rapidez estos intensos momentos. Justo lo que esperamos de un combate.

Síndrome de segundo libro

He aquí el gran problema de Prisioneros del futuro: da la impresión de ser una historia que no necesitas saber. Me explicaré. Sigue siendo una buena novela de ciencia ficción, le voy a dar tres estrellas bien merecidas por su alta dosis de entretenimiento, pero el propio formato de la historia hace que puedas pasar de la segunda novela, Proyecto Armagedón, a la cuarta, La guerra del ayer (aún no publicada), sin necesidad de leerte Prisioneros del futuro. ¿Por qué? Por su propio formato de novela de salto temporal. A mitad (o antes) del libro te imaginas el final, y eso le resta.

¡Ojo! Eso no significa un "no te la leas". Ni mucho menos. Como puedes ver en el resto de la reseña, es muy entretenida y tiene arrebatos de genialidad que harán valer tu tiempo. Pero si bien para los personajes es importante que ese viaje al futuro haya ocurrido, en lo que respecta a la gran trama, la que vemos desde el primer libro, no supone mucha diferencia: es lo que podría ocurrir si los treyanos ganan.

También padece de cierta "repetición" cuando el mismo evento es contado desde varios puntos de vista. Es algo molesto, el relleno.

Descripciones muy óptimas

Ahora volvamos a lo bueno. Lo mejor. Las descripciones de los escenarios. Esta es la más cósmica de las novelas, pues son pocas veces las que se ponen los pies sobre un planeta, por lo que puedes leerla imaginándote en todo momento un lienzo negro de fondo. Algo que Miguel Ángel logra mostrar con maestría. Luego están las microdescripciones, las de los escenarios de cada momento, que son una auténtica maravilla.

El ejemplo más intenso de esta descripción absorbente es en la prisión de Mole IX (grandísimo nombre) cuando los personajes deben atravesar el sistema de cloacas. La descripción es visual, olfativa y, por encima de todo, táctil. Está tan lograda que sentía un incómodo cosquilleo al leer ese fragmento, como si fuera yo quien atravesara la densa mugre. He aquí la joya oculta del libro.

¿Recomiendo Prisioneros del futuro?

Debería. Los fallos que antes he mencionado no desmerecen una novela inmersiva, de esas que se leen muy rápido pese a su considerable tamaño (al menos quinientas páginas). Recuerda en muchos aspectos a El despertar del Leviatán, con sus ininterrumpidas secuencias de acción dentro de una historia más o menos simple, pero ideal para leer disfrutando y sin devanarse los sesos sobre lo que está pasando. Sí, recomiendo Prisioneros del futuro. Si quieres comprarlo, puedes hacerlo aquí.


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