⇨ Prólogo de «El marciano». Análisis de escena (1)
Con el propósito de profundizar en los artículos sobre cómo escribir novelas de fantasía y ciencia ficción he decidido inaugurar una nueva sección en mi blog, que llamaré «Análisis de escena». Allí destriparé algunas escenas de libros reconocidos, marcando sus fortalezas y defectos. Para este análisis inicial he decidido traducir el magnífico trabajo de Chris Winkle de la web Mythcreants, cuyo análisis se centró en El marciano, de Andy Weir.
Lecciones de la fantástica escritura de El marciano
Hasta la fecha Chris Winkle ha escrito seis críticas sobre bestsellers que considera malos libros. Por ende, no es fácil impresionarla. Así que sus lectores en el blog le pidieron una crítica positiva. ¿Qué se creen que es, una cazadora de unicornios? Bueno, le llevó un tiempo, pero al final encontró un prólogo digno de alabanza. Examinemos el primer capítulo de El marciano, de Andy Weir. Para tu información, hay un montón de palabrotas, si es algo que te moleste.
1. El marciano empieza con un conflicto
Tras una portada excelente, las primeras páginas proporcionan un mapa técnico de la superficie de Marte. Después el primer capítulo empieza con el título «ENTRADA DE DIARIO: SOL 6».
Estoy bien jodido.
Esa es mi considerada opinión.
Jodido.
El conflicto es lo más importante durante la introducción. Aquí, Andy Weir ha invocado un yunque y lo ha dejado caer sobre nuestras cabezas. Mis introducciones favoritas suelen cambiar eso por elementos creativos que generan curiosidad, como la cita de M.T. Anderson «Fuimos a la Luna para divertirnos, pero la Luna resultó ser una mierda». Sin embargo, Andy Weir enfatiza al personaje con esas frases. Las palabrotas contrastan con el tecnicismo del diario y el académico «mi considerada opinión» para proporcionar un atisbo de quién es el protagonista. También tiene el tono enfadado de alguien que acaba de descubrir lo jodido que está y aún tiene que asimilarlo.
Empezar con el protagonista en problemas al escribir el prólogo de una novela es una buena forma de hacer que la historia progrese con rapidez.
Llevo seis días de lo que deberían ser los dos meses más extraordinarios de mi vida y que se han convertido en una pesadilla.
Ni siquiera sé quién leerá esto. Supongo que alguien lo encontrará, tarde o temprano. Tal vez dentro de cien años.
Esta es una novela epistolar. La premisa es que estamos leyendo el diario del protagonista. Ahora mismo, Andy Weir abraza esa premisa. Es una perspectiva similar al narrador omnisciente, haciendo que el personaje rememore lo que ha ocurrido en lugar de contarlo en tiempo real, así el autor tiene más margen de maniobra para describir y ocultar lo que quiera.
Hace buen uso de esto en la primera línea, al proporcionar información que despierta curiosidad sin la obligación de explicarse. Quiero saber cómo el mejor mes del héroe se ha convertido en una pesadilla. ¿Tú no?
Lo epistolar también permite colorear la narración con la personalidad del protagonista. Aunque sin ser un narrador infalible, lo cierto es que no es un punto de vista imparcial. Sin embargo, para que funcione ANdy Weir debe evitar describir lo que nadie escribiría en su diario, como la descripción de una pelea golpe a golpe. La hipótesis de que podrían transcurrir cien años hasta que alguien lea el diario ayudará, ya que querrías explicar más detalles a alguien del próximo siglo que a una persona del presente.
Refuerza ese conflicto
Para que conste: yo no fallecí en Sol 6. Desde luego, el resto de la tripulación así lo cree y no puedo culparlos. Tal vez habrá un día de duelo nacional por mí y en mi página de la Wikipedia pondrá: «Mark Whatnel es el único ser humano que ha muerto en Marte».
Y será cierto, con toda probabilidad. Porque seguramente moriré aquí, pero no lo habré hecho en Sol 6 ni cuando todos creen.
Vamos a ver, ¿por dónde empiezo?
Para avanzar la historia el autor salta al punto donde el protagonista ya está enfrentado a una crisis. Ahora que nos ha golpeado con ese gancho varias veces está listo para ofrecernos una explicación. Si el título no dio una pista, ahora sabemos que el héroe está en Marte. Mencionar el nombre del narrador hubiera sido extraño, pero Andy Weir usa astitamente la referencia a la Wikipedia para cubrirse.
He de admitir que «Sol 6» me descolocó. Al principio pensaba que era un lugar, cuando en realidad es una fecha. Sol 6 significa el sexto día desde el aterrizaje en Marte. A la hora de crear un mundo fantástico evitaría inventar además un calendario molón que confunda a la gente, pero este es un escenario contemporáneo con auténticos términos astronómicos. Quizá Andy Weir podría haber sido más específico con la fecha, pero cuando el lector avance a Sol 7 quedará claro.
2. Dale al héroe espacio para madurar
El Programa Ares. El intento de la humanidad de llegar a Marte, de enviar gente a otro planeta por primera vez y expandir los horizontes de la humanidad y bla, bla, bla.
El autor tiene mucha explicación aburrida por delante, así que utiliza la narración para añadir un poco de entretenimiento mientras desarrolla aún más el personaje. Sabemos que Mark es irreverente. Después, Weir menciona brevemente Ares 1 y Ares 2, las misiones previas a Marte, las cuales fueron un éxito.
La misión de la Ares 3... Bueno, esa era mi misión; vale, no mía per se. La comandante Lewis era quien estaba al mando. Yo solo era un miembro de la tripulación. El de menor graduación, de hecho. Solo habría estado «al mando» de la misión de haber sido el último que quedara.
Mira por donde, estoy al mando.
Esto es gracioso e informativo, pero también deja espacio para que el personaje evolucione. Un error muy común es crear a un personaje perfecto y exitoso desde el principio. Cuando los escritores hacen eso, le roban a los lectores la oportunidad de ver al protagonista florecer. Sabemos que si Mark sobrevive veremos cómo su estatus subirá. Esta información también aumenta la credibilidad, darle algún defecto al personaje hace que la audiencia simpatice con él.
Andy Weir es un poco desordenado en su prosa, mayormente a propósito. Dejando caer expresiones como «vale», «mira por donde» y «vamos a ver» hace que el diario sea más realista. Todo es cuestión de equilibrio: mucho restará calidad al texto, poco le hará perder autenticidad. Con astucia, el autor aleja el desorden de la información más relevante «Estoy al mando» es breve y directo.
Me pregunto si recuperarán esta bitácora antes de que el resto de miembros de la tripulación mueran de viejos. Supongo que volverán a la Tierra sanos y salvos. Chicos, si estáis leyendo esto: no fue culpa vuestra. Hicisteis lo que teníais que hacer. En vuestra situación, yo habría hecho lo mismo. No os culpo, y me alegro de que sobrevivierais.
Aunque Mark está conmocionado y furioso sobre su situación no culpa a su tripulación. Ahora, pese a que no sepamos mucho sobre su vida, averiguamos que es un ingenioso en una mala situación y un tipo bastante majo. Llevamos menos de dos páginas y Weir ya ha establecido la simpatía de su protagonista.
También está sugiriendo continuamente que Mark morirá. Por ejemplo, «Me alegro de que sobrevivierais» enfatiza que Mark no se considera un superviviente. Esto recuerda a los lectores el gancho inicial, manteniendo la tensión.
3. Asegúrate de que tu exposición compensa
Ahora hay una pausa, que el autor de El marciano utiliza para cambiar de tema. Tras el descanso Mark explica («a cualquier profano en la materia que pueda estar leyendo esto») cómo funcionan las misiones a Marte. Las siguientes dos páginas ofrecen contexto. Mark menciona que los suministros para la estancia en Marte se envían antes de la llegada de la tripulación, lo cual más tarde explica por qué tiene comida disponible.
Mark aclara que solo hay una nave, la Hermes, que va y viene de la Tierra y le cuesta tres años, lo cual explica por qué no pueden enviar un equipo de rescate. Termina introduciendo el MAV, el vehículo necesario para regresar a la Hermes. Nos hablará pronto de él.
Pausas en El marciano para que el lector respire
Ahora hay otra pausa. Según parece, este libro tiene pausas cada pocas páginas. Deja al lector espacio para descansar, así que transmite sensación de progreso.
En la siguiente sección, Mark está listo para relatar la tragedia.
Fue una secuencia absurda de eventos la que me llevó al borde la muerte, y una secuencia aún más absurda la que propició que sobreviviera.
Andy Weir es muy bueno al enganchar al lector. Decir cosas como «absurda» provoca curiosidad, creando un gancho acerca de la anhelada historia sobre cómo Mark ha terminado solo en Marte.
La misión estaba concebida para soportar tormentas de hasta 150 km/h. Así que en Houston se pusieron comprensiblemente nerviosos cuando nos azotaron vientos de 175 km/h. Todos nos pusimos el traje espacial y nos acurrucamos en el centro del Hab, por si se despresurizaba.
Merece la pena destacar que como escritor normalmente no narrarías con números tan precisos, ya que la gente raramente los recuerda. Por ejemplo, suenan ridículos en Soy el número cuatro. Pero en este libro, Mark es un científico explicando su camino a la supervivencia: los números son esenciales para su supervivencia y refuerzan al personaje.
El VAM es una nave espacial. Tiene muchas piezas delicadas. [...] Al cabo de una hora de viento inusualmente sostenido, la NASA dio la orden de abortar la misión. Nadie quería cancelar una misión de un mes de duración a los seis días de su comienzo, pero si el VAM sufría más castigo todos quedaríamos atrapados en Marte.
Teníamos que salir del Hab en plena tormenta para llegar al VAM. Sería arriesgado, pero ¿qué alternativa teníamos?
Todos lo consiguieron menos yo.
El autor de El marciano desliza contexto en estas frases. La partida de la tripulación el quinto día de misión explica por qué hay suficiente comida para Mark. Incluso mientras relata un fragmento fascinante, Andy Weir trabaja en la anticipación y la tensión mencionando que la tripulación toma riesgos y Mark se convierte en una baja.
4. Añade vida a los párrafos con detalles originales
Nuestra antena parabólica de comunicaciones, que transmitía señales del Hab a la Hermes, actuó como un paracaídas cuando el viento la arrancó de su base y la arrastró. En su trayectoria, chocó con la antena de recepción y uno de sus brazos, largos y finos, se me clavó. Me atravesó el traje como una bala perfora la mantequilla y sentí el peor dolor de mi vida cuando se me clavó en el costado. Recuerdo vagamente que me quedé sin aire (literalmente) y que me zumbaron dolorosamente los oídos cuando el traje se despresurizó.
La narración epistolar ha mantenido la tensión con los detalles mínimos, pero por desgracia nos ha alejado de la acción. Finalmente vemos las cosas tal y como ocurrieron. Aquí es donde una vívida imaginería es importante.
- Decir que la antena actuó como un «paracaídas» proporciona una visión concreta de cómo atrapa el viento.
- Mencionar que esa antena atraviesa el traje «como una bala perfora la mantequilla» enfatiza la vulnerabilidad de Mark y ofrece una poderosa analogía a la par que evita el gore.
- Incluir «me zumbaron dolorosamente los oídos» hace que la despresurización parezca real. De otro modo, explicarla sería difícil.
- Una breve mención a Johansen tratando de ayudar a Mark ofrece una nota de tragedia personal.
Oculto en la descripción hay otro detalle: Mark no puede decirle a nadie que sigue vivo porque la antena de comunicaciones está rota.
5. Haz que las explicaciones sean claras y atractivas
El autor de El marciano ha explicado cómo Marke se separó de los demás y lo dieron por muerto, pero no hay que dejar la tensión desvanecerse.
Me despertó la alarma de oxígeno de mi traje: un pitido continuado tan odioso que al final me sacudió un profundo deseo de morirme de una puta vez.
La tormenta había amainado; yo estaba boca abajo, enterrado casi por completo en la arena. Al recuperar la consciencia, todavía grogui, me pregunté por qué no estaba muerto.
Suena una alarma en el traje de Mark, así que algo va mal. Luego el autor de El marciano introduce un misterio: ¿por qué está Mark vivo? Aunque esta sorpresa ha quedado atrás, los lectores quieren saber más. Andy Weir describe brevemente el escenario antes de continuar.
Después, indaga en la explicación de cómo Mark sobrevive para alcanzar el refugio. Esto es un desafío, debe explicar tecnicismos de forma sencilla sin sonar aburrido.
Así que solo había un agujero en el traje (y uno en mí, por supuesto).
[...] De alguna manera aterricé boca abajo, la antena se dobló en un ángulo muy oblicuo y retorció el agujero del traje, sellándolo débilmente.
La sangre que manaba copiosamente de la herida alcanzó el agujero del traje y el agua que contenía se evaporó debido a la circulación del aire y la baja presión. Quedó un residuo espeso. [...] terminó por sellar el agujero reducir el escape hasta un punto que el traje era capaz de compensar.
¡Salvado por sangre seca! Eso es algo que no lees todos los días. Cabe mencionar que el autor de El marciano no usa mucha tecnojerga, y cuando lo hace procura simplificar las explicaciones. «Circulación del aire y baja presión» son más complejos pero luego explica para qué sirven. Si los lectores se pierden entre palabrejas, pueden saltar a las consecuencias.
Después Weir explica algunos tecnicismos sobre cómo el traje proporciona aire para respirar. Luego Mark agarra su caja de herramientas para que pueda reparar el traje.
Lo complicado era extraer la antena. Tiré de ella con decisión, estremeciéndome porque la repentina bajada de presión me mareó y la herida del costado me hizo gritar de agonía.
Extraer la antena clavada en él es importante, tanto por el dolor que causa como porque reabre el agujero en el traje. Weir lo describe con brevedad e intensidad, usando una combinación de lenguaje gestual (estremeciéndome), sensación interna (me mareó) y una potente metáfora (gritar de agonía).
Subí tropezando por la colina hacia el Hab. Al coronar la cima, vi algo que me hizo muy feliz y algo que me entristeció: el Hab estaba intacto (¡yuju!) y el VAM había desaparecido (¡aaah!).
En ese mismo momento supe que estaba jodido. Pero no quería morir en la superficie. Volví renqueando al Hab y entré a trompicones por una de las esclusas.
Aquí el autor de El marciano finaliza el trasfondo y regresa al presente. Poner entre paréntesis las expresiones añade un toque personal y conecta con sentimientos abstractos.
6. Finaliza con fuerza
Así que esta es la situación. Estoy atrapado en Marte. No tengo forma de comunicarme con la Hermes ni con la Tierra. Todos piensan que estoy muerto. Estoy en un Hab diseñado para durar treinta días.
Si el oxigenador se rompe, me asfixiaré. Si el purificador de agua se rompe, moriré de sed. Si el Hab pierde estanqueidad, más o menos explotaré. Si no ocurre ninguna de esas cosas, finalmente me quedaré sin comida y moriré de hambre.
Así que sí. Estoy jodido.
Como es una novela epistolar, Weir puede sumar todas las implicaciones sin ser repetitivo. Tampoco se detiene ahí, proporciona más ganchos ofreciendo detalles específicos de lo que podría ocurrirle a Mark. No solo le dice a los lectores que el marciano está en peligro, lo ilustra.
También es una ocasión para usar un lenguaje no técnico. La oración «más o menos explotaré» rebaja la tensión del drama de explotar. Andy Weir usa esta clase de humor a lo largo del capítulo.
Merece la pena señalar que las oraciones están acortadas. Dice «me asfixiaré» no usa expresiones como «probablemente», «de repente me...» o «empezaré a...». El fin del capítulo es crítico, debe dejar una fuerte impresión para que sus lectores continúen el siguiente. Para ello la prosa de El marciano debe ser impactante.
Cierra reutilizando su línea inicial, haciendo del capítulo un círculo. Gancho y satisfacción para el lector en una misma línea.
Lecciones generales de El marciano
Repasemos lo que Andy Weir ha conseguido con su capítulo inicial en El marciano.
- Crear un poderoso gancho inicial. A diferencia de muchas historias, donde el gancho de las primeras oraciones significa poco para la historia, Andy Weir introduce inmediatamente el conflicto de su novela. Lo hace adelantándose al gran problema y luego exponiendo el contexto. Esto genera una fuerte atracción, una que mantendrá durante el resto de la novela. Con diligencia, mantiene esta fuerza sobre el lector recordándole en todo momento cuál es este problema.
- Introducir al protagonista. Tenemos información limitada sobre el héroe. Sabemos que su nombre es Mark Watney y es el astronauta de menor rango en la misión Ares 3 a Marte. Eso es todo. Pero Andy Weir no necesitó especificar para darnos una buena introducción. A través del propio protagonista como narrador el autor nos demuestra que Mark es alguien sobre quien merece la pena leer. Su reacción ante un escenario terrible es admirable: bromear, nunca rendirse y no culpar a otros por su desgracia. Esto funciona porque Andy Weir pone mucha personalidad en la narración.
- Establecer el resto de la novela. Crear un escenario realista sobre cómo un astronauta sobrevive en Marte no es tarea sencilla, y la mitad del prólogo de El marciano se dedica a explicarlo todo. Pasar por ese proceso y que sea entretenido no es cosa menor. Y el autor lo consigue. Ahora cuenta con sólidos cimientos para construir la historia y prevenir agujeros de guion.
Este libro es sobre un tipo que tan solo soluciona problemas científicos. Si quieres ver cómo un escritor puede hacerlo divertido échale un vistazo. Y si no tienes tiempo para leer (o te da pereza, ejem) puedes ver la película en Prime Video. Es una excelente adaptación de la novela.
Esta ha sido la versión traducida de Lessons from the Fantastic Writing of The Martian. Te animo a que visites la web de Myhthcreants e incluso que apoyes su Patreon para que puedan continuar con su magnífica labor.
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